12/11/2018

El secretario Trabajo, Jorge Triaca, dejará su puesto antes de fin de años. Ya lo avisó en el Gobierno. Su renuncia es un hecho, confirmaron a Clarín fuentes oficiales inobjetables. Aunque, en un país acostumbrado a todo tipo de vaivenes políticos, los hechos terminan de confirmarse cuando ya son justamente eso: hechos. Triaca deja su cargo en buenos términos con el presidente Mauricio Macri.


Es una dimisión acordada. Incluso con el funcionario que pasó a ser su superior en los papeles tras la última reorganización del Gabinete, el flamante titular del flamante Ministerio de Producción y Trabajo, Dante Sica. Triaca suele decir en la intimidad que considera a su gestión un ciclo cumplido, e incluso admite que su alejamiento de la hoy Secretaría le permitirá a Sica tener un rol más relevante en el diálogo con los gremios, sobre todo con los del peronismo que integrante la Confederación General del Trabajo (CGT), con los que él tuvo una excelente relación. Su papá, Jorge Triaca, fue ministro de Trabajo en el Gobierno de Carlos Menem. Antes, fue secretario general del sindicato de los plásticos.


La versión de la dimisión de Triaca corrió en la Casa Rosada con tal fuerza que la semana pasada el propio Sica salió a desmentirla. Aunque a medias: dijo que seguía trabajando junto a Triaca y que él seguiría ocupando la Secretaría del Trabajo. Pero agregó, con cierta picaresca: "Por el momento".


Clarín está en condiciones de afirmar que ese "por el momento" fue una acotación con un argumento escondido y no tanto. El "momento" en el que Triaca dejará su cargo sería dentro de un mes, en diciembre.


El propio Triaca ni siquiera lo desmiente frente a interlocutores de confianza. Aunque influyó en su situación política que su ministerio haya sido degradado a rango de Secretaría de Gobierno, y que por encima de él pasara a tener la última palabra administrativa el ministro Sica, Triaca está convencido de que es hora de dar un paso al costado.


El ex ministro y hoy secretario es el interlocutor con los gremios del peronismo, cuyos principales jefes lo conocen desde chiquito por la relación que tenían con su padre. Pero pasó años de vértigo. La situación económica, la inflación, la recesión, y los despidos masivos en diferentes rubros del empresariado y las Pymes lo encontró en el lugar que mejor se mueve pero en una situación compleja.


El Gobierno de Macri inició una pelea con los sindicatos que no quisieron acordar una paritaria en el porcentaje de suba de aumentos que estipulaban los planes oficiales, como ocurrió el año pasado con los bancarios, de Sergio Palazzo.


El propio Presidente comenzó a hablar públicamente de "mafias" que manejaban los gremios. Y se abrió una confrontación explícita con uno de los sindicatos con mayor poder de presión en la calle y de lobby: el sindicato de choferes de camiones, de Hugo y Pablo Moyano.


Triaca, sobre todo, porque era su responsabilidad institucional, nunca cortó el diálogo con ellos a pesar de que los Moyano atacan a la Casa Rosada y la acusan de ser la verdadera impulsora de las denuncias judiciales que acechan a la familia camionera. Son acusaciones en las que no presentaron ninguna prueba.


En medio de los más álgidas peleas con los Moyano, como la quiebra del correo privado Oca, en la que los jefes gremiales camioneros pusieron siempre un especial interés como si esa compañía fuera casi propia, Triaca siguió en diálogo con los Moyano.


Su contacto era con uno de los hijos del Camionero que también se llama Hugo y es abogado, de bajo perfil, y tal vez el más preparado y diplomático de sus hermanos.


El propio Triaca cree que su ciclo en Trabajo está agotado.


 


Fuente: Clarín

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