31/10/2018

Un informe de la agencia Reuters da cuenta sobre los cambios en la dieta alimenticia en nuestro país debido a los efectos de la inflación.


Como muchos argentinos, Alicia Schwartzman consumía varias veces a la semana carne vacuna, tan barata y popular en el país como los espaguetis en Italia.


Pero la aceleración de la inflación en los últimos meses -por el derrumbe del peso argentino- la obligó a cambiar bruscamente su dieta para adaptarse a su ajustada pensión, en medio de una crisis que castiga sobre todo a la clase media-


“Casi no comemos carne, y pescado ahora tampoco porque se fue a las nubes”, dijo Schwartzman, una jubilada de 70 años, en un mercado municipal de Buenos Aires en donde suele comprar alimentos a bajo precio.


Así lo refleja una nota del periodista Nicolás Misculin difundido en las últimas horas por la agencia de noticias Reuters, para su edición norteamericana.


Hace semanas, su hijo de 30 años debió volver a vivir con ella para poder afrontar los crecientes gastos en servicios, impuestos y comida.
 
Los argentinos -junto con sus vecinos uruguayos- siguen siendo los mayores comedores de carne bovina del mundo, pero el consumo por habitante en septiembre fue uno de los tres más bajos en al menos 60 años, según datos de la cámara de la industria frigorífica Ciccra comparados con estadísticas del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).


Resultado de imagen para Menos carne y más fideos
 


Una fuente de una de las mayores cadenas de supermercados del país, que pidió el anonimato, dijo que mientras las ventas de carne vacuna y otros alimentos se desplomaron en los últimos meses, las de fideos fueron las únicas que se mantuvieron a flote comparado con 2017. Las ventas de marcas más baratas de pastas crecieron.
 
Tan sólo en septiembre el precio de la carne subió casi un 9 por ciento frente al mes anterior, y un 39 por ciento comparado con el mismo mes de 2017, según un informe del IPCVA.
 
La inflación general fue del 6,5 por ciento en septiembre y los expertos vaticinan que podría totalizar un 50 por ciento en 2018, pero los salarios de los argentinos se mueven a más lento, con actualizaciones cercanas al 30 por ciento anual o menores.
 
“Antes hacía quizá una vez por semana milanesas (de carne) y una vez por semana carne al horno. Ahora quizá la carne al horno no la hago y elijo hacer un pollo, que está un poco más barato. Más fideos, más arroz”, dijo Sabrina Pozo, una empleada de 36 años que vive con su hija en un departamento de Buenos Aires.
 
Hoy encontrar obreros de la construcción preparando el tradicional “asado” que hacían durante su descanso los viernes es casi imposible. En las carnicerías los problemas crecen por las menguantes ventas.
 
“La gente venía y me compraba un kilo o un kilo y algo, que era la compra de antes. Ahora disminuyó un 30 o un 40 por ciento”, aseguró Alcides Benítez, de 41 años, que se mostró preocupado por la posibilidad de tener que cerrar su carnicería del barrio histórico de San Telmo, en Buenos Aires.
 
Pese a la fuerte alza de precios, la carne bovina sigue siendo relativamente barata en Argentina -una potencia agropecuaria mundial-, lo que explica su popularidad.
 
En Chile, el kilogramo de lomo -un corte caro y magro- supera los 13 dólares en tiendas minoristas, mientras que en México ronda los 20 dólares. En Buenos Aires se consigue a unos 10 dólares por kilo, pero para los argentinos significa juntar muchos más pesos que antes por la depreciación de la moneda.
 
Aunque las pastas secas subieron este año más que la carne vacuna, un paquete de fideos de medio kilo se puede comprar a poco más de 1 dólar.
 
INDUSTRIA DIVIDIDA


En medio del estancamiento económico, el mes pasado el promedio anualizado del consumo de carne de los argentinos fue de “apenas” 49 kilos per cápita, según Ciccra, que dijo que la merma frente al mes previo fue casi del 17 por ciento.
 
La caída del consumo es un severo golpe para la industria cárnica porque el mercado doméstico representa cerca del 86 por ciento de las ventas de los frigoríficos locales.
 
Si bien la producción de carne ha mostrado un alza en 2018 y alcanzaría los 3 millones de toneladas -levemente por encima de los 2,8 millones de 2017, según datos de la industria-, en septiembre cayó un 12,5 por ciento respecto del mes anterior.
 
La fuerte alza de las exportaciones a China y a Rusia solo ha servido hasta ahora para menguar las pérdidas domésticas.
 
“El aumento de las exportaciones termina favoreciendo solo a una parte de la industria. Vienen trabajando a pérdida muchos frigoríficos para consumo (interno), aunque todavía no se han generado cierres”, señaló a Reuters el director de Ciccra, Miguel Schiariti.
 
Aunque la demanda de China y Rusia impulsó las exportaciones argentinas, su efecto sobre el mercado local tiene claroscuros: los animales más demandados por esos países son hembras, que son clave para aumentar un rodeo que desde hace años se mantiene estable en poco más de 50 millones de cabezas. Y si el rodeo no aumenta, los precios difícilmente bajen.
 
Según Schiariti, la “preocupante” perspectiva de ventas futuras podría llevar a muchos productores a deshacerse de sus vacas y reducir su rodeo.
 
“No veo una caída del stock, sí un amesetamiento. La recesión pega de lleno en el mercado de la carne”, afirmó el productor ganadero Ulises Forte, también directivo del IPCVA.
 
Aunque este año sería la más alta desde 1991, la elevada inflación no es una novedad para los argentinos, que se han habituado a segmentar sus compras y aprovechar ofertas para no ser víctimas de los precios muchas veces arbitrarios que fijan los comercios en medio de la inestabilidad económica.
 
“Hacer un consumo consciente termina siendo un trabajo que lleva mucho más tiempo. Lo que antes hacía quizá en una hora, ahora me lleva tres horas”, confesó Giselle Bordoy, una empleada de 32 años.
 
“Voy a (el supermercado) Coto a comprar carne barata los sábados, después voy a comprar papel higiénico y servilletas a (el supermercado) Día y termino yendo a la fiambrería a comprar los quesos. Y después ir a la verdulería”, agregó.
 
Además de fideos y arroz, Bordoy recurre a la carne porcina y de pollo para reemplazar a la vacuna, así como a las verduras de estación.
 
La crisis ha generado en la población un malhumor que se traduce en las encuestas: el 65,7 por ciento de los argentinos desaprueba la gestión del presidente liberal Mauricio Macri, frente al 40,1 por ciento de octubre del año pasado, de acuerdo con un sondeo de la consultora Management & Fit.
 
El golpe podría ser aún mayor sobre Macri si se tiene en cuenta que en 2015 llegó a la presidencia con un amplio respaldo de la clase media, que al ser la más azotada por la crisis podría darle la espalda cuando busque su reelección en 2019.


Argentina: la zanahoria es la principal fuente de pro-vitamina A


Es una de las hortalizas de raíz comestible más producidas a nivel mundial debido a que su siembra se realiza casi todo el año. Alcanza una producción de más 36 millones de toneladas por año.


Nunca nadie vio a un conejo con lentes y muchos aluden a que se debe al consumo de zanahorias. Más allá del imaginario de la frase, es cierto que poseen propiedades que ayudan a mantener un buen estado de la vista debido a la vitamina A que contiene.
 
Puede ser utilizada de diferentes modos para su consumo: algunos la hierven, otros la rayan e incluso están quienes la utilizan para hacer budines. Lo importante es su ingesta ya que beneficia al organismo humano.



 


La zanahoria es una de las hortalizas de raíz comestible más producidas a nivel mundial debido a que su siembra se realiza prácticamente durante todo el año y alcanza una producción de más 36 millones de toneladas anualmente.
 
En nuestro país el cultivo de zanahoria se efectúa en diferentes regiones y permite el abastecimiento de la demanda a lo largo del año en los distintos mercados mayoristas nacionales.
 
Las plagas que atentan contra esta hortaliza son muchas. Entre ellas se destacan los nematodos, la mosca de la zanahoria, los pulgones, los gusanos grises y de alambre.
 
Para evitar este tipo de ataques es necesario que los productores cumplan con las recomendaciones del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Entre ellas, la que más se destaca es la inscripción en el Registro Nacional Sanitario Productores Agropecuarios (RENSPA). Este sirve para fortalecer el control sanitario preservando la sanidad animal y vegetal y la calidad, higiene e inocuidad de los productos agropecuarios, insumos y alimentos.
 
En cuanto a la aplicación de las buenas prácticas, los productores deben tener en cuenta para la protección del cultivo el uso de técnicas de manejo integrado de plagas (MIP) y estrategia de rotación de principios activos para evitar resistencias de las mismas. También, deben utilizar únicamente productos registrados en el país para su uso en zanahoria (Resolución Senasa 934/10; ver Anexo Plaguicidas) y en caso de exportación productos no prohibidos en el país de destino.
 
Asimismo, los establecimientos donde se procese y envase la zanahoria deben estar habilitados por el Senasa, a fin de garantizar un producto en condiciones de calidad e inocuidad aptas para su consumo.
 
Según el sistema de consulta de comercio exterior de bienes durante el 2018, el principal destino de exportación fue el país vecino de Chile.
 
El resguardo de la salud sanitaria del país es un trabajo que implica de la responsabilidad de todos para continuar favoreciendo a la economía argentina a lo largo y ancho de su territorio.


 



 

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