18/09/2018

En el nuevo municipio de Pozo Azul las carencias y necesidades no son ajenas. Tal es el caso, que un matrimonio de policías, que durante años colaboró en merenderos de San Pedro, decidió llevar su espíritu solidario a la nueva comuna.


Se trata de Mónica Gómez y Daniel Díaz, ambos cabos de la Policía de Misiones, quienes con colaboración de una agrupación política, ofrecen la merienda a más de 250 niños que viven en Piray, la aldea Tekoa Arandú y las zonas aledañas al cruce entre la ruta provincial 17 y 20.


“Acá conocimos una realidad totalmente diferente, familias de la colonia muy humildes con muchas necesidades. El agua es una necesidad de urgencia, siete u ocho familias usan el mismo pozo y sacan agua sucia; y así comenzamos a buscar más recursos para poder asistir de cierta forma a la gente de Pozo Azul. Juntamos ropas, mercaderías, calzados, todo lo que llega a nuestros manos es destinado a los más carenciados”, indicó Mónica Gómez.


Los merenderos funcionan los sábados o domingos y en cada edición logran concentrar a una cantidad importante de asistentes que reciben chocolatada y masas dulces que son elaboradas por las mujeres de la zona.


Si bien en un principio los uniformados solventaban los costos de cada merienda mediante la colaboración de comerciantes y vecinos, ahora relataron que reciben los alimentos de parte del gobierno provincial.


Según precisaron, Mónica y Daniel, quienes también son padres de una niña de 7 años y un niño de 2 y medio, en la comunidad aborigen Tekoa Arandú es donde merienda la mayor cantidad de personas y han sido muy bien aceptados por parte del cacique, quien les cedió un espacio para que puedan trabajar.


“Para mi llegar a la comunidad es una manera de incorporarnos y no hacer distinción. En ese merendero son 120 los chicos, fuimos recibidos con los brazos abiertos y eso significa mucho. Es lindo porque la idea no es sólo ir y comer sino inculcar diferentes valores, se hacen juegos y se comparte un buen momento”, apuntó la uniformada.


De corazón a corazón


El punto de partida para iniciar la obra solidaria fue la asistencia a Agustina Graff, una beba que había nacido prematura en el barrio Cristo Resucitado de San Pedro. La menor había sufrido un paro cardíaco y recibió resucitación cardio pulmonar por parte de Mónica y otra colega.


Tras ese episodio, la niña debió someterse a una cirugía del corazón. En ese contexto, el grupo que ya se había involucrado con la historia de la pequeña, juntó fondos para ayudar a su familia. Esa acción los motivó a iniciar un compromiso con los niños de su comunidad que se materializó en cientos de tazas de leche.


 


Fuente: El Territorio

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