09/04/2018

Los obispos de México rechazaron la militarización de la frontera con Estados Unidos, y le reclamaron al presidente Donald Trump, que no convierta en “zona de guerra” a la región limítrofe y que respete "la dignidad de los migrantes".


En un documento difundido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y elaborado por los obispos de la zona fronteriza México-Estados Unidos, la Iglesia Católica rechazó el despliegue de la Guardia Nacional ordenado por Trump la semana pasada y que comenzó el viernes en Arizona y Texas.


"El único futuro posible para nuestra región es el futuro edificado con puentes de confianza y desarrollo compartido, no con muros de indignidad y de violencia", señaló la CEM, que instó a lograr que la frontera sea un ejemplo de "vinculación y corresponsabilidad".


La carta, titulada "Por la dignidad de los migrantes", propone consumir las energías en "la creación de otro tipo de soluciones" al problema de la migración indocumentada que impliquen "fraternidad y enriquecimiento mutuo".


Los obispos reconocen la "grave responsabilidad" que tuvieron las autoridades mexicanas "al no haber creado las oportunidades suficientes" para el desarrollo de su pueblo, pero juzgaron que esas carencias "no pueden ser justificación para promover el antagonismo entre pueblos que están llamados a ser amigos y hermanos", consignó la agencia Ansa.


Para los religiosos, va en contra de la dignidad humana "edificar barreras que nos dividan o implementar acciones que nos violenten", pues los migrantes "no son criminales, sino seres humanos vulnerables que tienen auténtico derecho al desarrollo personal y comunitario".


El mensaje fue difundido justo cuando las relaciones entre México y Estados Unidos pasan por otro de sus momentos más tensos de los últimos años, después de que Trump anunció el envío de la Guardia Nacional a la frontera para contener a los migrantes.


La decisión fue provocada por una caravana de menos de 1.000 personas, que comenzó a dispersarse, llamada "Vía Crucis del Migrante", integrada sobre todo por hondureños, pero también por salvadoreños, guatemaltecos y nicaragenses, que entró por la frontera sureste y se dirigía al norte del país.


Al llegar al estado sureño de Oaxaca, comenzó a reducirse en medio de denuncias de que agentes migratorios y policías la obligaron a dispersarse, pero desde ayer varios centenares llegaron a la Ciudad de México.


El presidente Enrique Peña Nieto reaccionó a la orden ejecutiva de enviar a la Guardia Nacional a la frontera con México con un discurso en cadena nacional en el que rechazó su "retórica negativa" contra los mexicanos y la atribuyó a "una frustración por asuntos de política interna".

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