16/03/2018

El arquero del equipo de Gallardo fue clave para que el equipo se quede con la Supercopa Argentina en Mendoza ante Boca. Armani no estuvo lejos de desembarcar en el xeneize, pero la negociación no se pudo realizar.


co más de un año atrás llegó una recomendación a los oídos de los dirigentes de Boca: "Franco Armani debe ser el próximo arquero". La idea salió de uno de los mejores de la historia en el puesto: el colombiano Oscar Córdoba, que en al menos dos oportunidades les confió a integrantes de la comisión directiva que el por entonces jugador de Atlético Nacional tenía todas las condiciones para ocupar el arco de la Ribera. Pero el destino deparó otra cosa y Armani terminó en River- por el que simpatiza desde chico-, y tuvo su actuación consagratoria en el superclásico de la Supercopa Argentina.


Armani no estuvo lejos de desembarcar en el xeneize. Según pudo reconstruir La Nación, hasta hubo conversaciones específicas de números por la negociación de su pase con dirigentes de Boca a fines de 2016, justo después de alzar la Copa Libertadores con Atlético Nacional, en el que jugó entre 2010 y 2017, y en el que consiguió 11 títulos locales y dos internacionales. Amo y señor en la institución colombiana, llegó como un desconocido y se fue como el jugador más ganador de la historia, con 13 títulos (seis Ligas, tres Copa Colombia, dos Superligas, una Libertadores y una Recopa Sudamericana).


Nada le fue fácil. Tras hacer inferiores en Central Córdoba, de Rosario, y Estudiantes de La Plata, debutó en Ferro, en 2006, y pasó en 2008 a Deportivo Merlo, con el que logró el ascenso a la B Nacional en 2009, siendo una de las figuras y recibiendo tan solo 31 goles en 47 partidos. Con cuatro años de ascenso en la espalda, llegó a Colombia tras ser figura en un amistoso que Atlético Nacional jugó ante Merlo en 2010, en una pretemporada en la Argentina. Pero no la pasó bien en sus primeros años.


"Estuve de vacaciones. Hacía turismo y a la noche me la pasaba llorando", le confesó tiempo atrás a la revista El Gráfico. Era el segundo o tercer arquero, jugaba poco, la hinchada no lo quería y en 2012 se rompió los ligamentos de la rodilla derecha. Desahuciado, casi toma la decisión de volver a la Argentina, pero se refugió en una iglesia cristiana y salió adelante. Al año siguiente comenzó lo mejor de su carrera: se consolidó como titular tras la partida del argentino Gastón Pezzuti y poco a poco se volvió ídolo.



Sus resonantes actuaciones lo llevaron a ser uno de los arqueros más destacados de Sudamérica y en los últimos dos años fue seguido de cerca por muchos equipos: además de Boca y River, también lo buscaron San Pablo, Puebla, Tigres (ambos de México), Racing y Flamengo. Y hasta hubo sondeos de Juventus. Finalmente terminó en Núñez, tras la insistencia de Marcelo Gallardo, que lo había pedido por primera vez en junio de 2016, justo cuando partió Marcelo Barovero. Aquella vez, no se llegó a un acuerdo y el jugador terminó renovando en Colombia, pese a la molestia de la dirigencia de River.


Pero en el último mercado de pases, Armani no dudó: llegar a River era un sueño en su carrera y un salto de calidad, pensando también en el Mundial, un deseo y un desafío que lo desvive. El club aplicó la cláusula de rescisión de 4 millones de dólares y reforzó así un puesto que le traía demasiados dolores de cabeza tras la salida de Barovero y las irregulares actuaciones de Augusto Batalla, Germán Lux y Enrique Bologna. Anteanoche, contra Boca, fue la gran figura y una de las razones principales por las que el millonario gritó campeón.


"Estar tranquilo y seguir trabajando", repite una y otra vez el arquero de 31 años en la rueda de prensa tras el 2-0. Con una calma poco habitual para una situación a puro éxtasis, deja en claro que la consagración debe ser tan solo el puntapié inicial de algo mejor: "Sé que en el arco de River hay que responder día a día. Vine para eso, para darle confianza al equipo. Pero no hay que conformarse, hay que seguir trabajando y esforzándose para conseguir títulos".


Con toda su familia en el estadio, y el resto de sus seres queridos alentando desde Casilda, Santa Fe, su ciudad natal, Armani cuenta que, de chico, cuando alentaba a River por televisión, no se imaginaba un momento así, pero que llegó al club para esto: "Estoy muy orgulloso, primero por todos mis compañeros que dejaron todo en el campo de juego y consiguieron el título. Yo vine para eso, para ser campeón en una institución muy grande y estoy muy contento. Traté de responder en los momentos justos, cuando el equipo me necesita. Eso es lo que tiene que hacer un arquero y más en River: en las pocas que te tocan, hay que estar. Esto es recién un inicio de cosas grandes en la institución, hay que seguir trabajando".


Con sus 13 títulos en Atlético Nacional, el récord de 1046 minutos sin recibir goles, un gran 2017 (disputó 50 partidos, recibió 42 goles y mantuvo 20 veces la valla invicta) y el alto nivel sostenido en el tiempo, estuvo cerca de ser nacionalizado colombiano para jugar con la selección, pero uno de los sueños del arquero es vestir la camiseta de la Argentina. Y sabe que el DT Jorge Sampaoli lo sigue de cerca.


"Uno busca esa posibilidad de ser llamado a la selección, pero hay que seguir trabajando y manteniendo el nivel que vengo demostrando partido tras partido. Es una decisión que tiene que tomar el técnico", cuenta Armani, que lleva ocho partidos como titular en fila, siendo el jugador más regular del semestre. "Es un sueño poder ganar un nuevo título y más contra Boca. Es un orgullo muy grande, hay que disfrutarlo porque hemos vivido semanas muy difíciles, en las que no encontrábamos resultados. Pero esto va a dar un inicio y hay que meterle para seguir en la Libertadores y repuntar en la Superliga".


Hoy, después de casi llegar a Boca, el destino le deparó empezar a escribir su historia en River y pelear por un lugar en el Mundial. Pero siempre bajo su lema: "Estar tranquilo y seguir trabajando". Para Armani, no existen los imposibles.


 


Fuente: La Nación


 

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