22/01/2019

La madre de Joel Fernández cuenta que cuando vio a su hijo debutar en la Selección de Bolivia se acordó de las difíciles. De cuando tenía que dejarlo solo con su hermana porque ella salía a trabajar, de cuando ni siquiera tenían para cubrir todas las comidas. Cuenta, también, que lo más importante que les dio el fútbol no son los éxitos deportivos, sino la contención en esos momentos complicados. "Lo sacó de la calle", asegura. Primero fue el club Lomas de Lugano, después Boca.


Como podrán imaginarse, la historia de Joel es una de esas historias de superación personal. Del pibe que salió de abajo y hoy juega el Sudamericano Sub 20. Pero es mucho más que eso. Es una historia sufrimiento, de ausencias y de violencia, como las que viven tantos otros chicos pobres que no salen en las noticias deportivas porque no juegan tan bien al fútbol como lo hace él.


"Mi papá cayó preso cuando yo tenía dos años y estuvo más de diez entrando y saliendo, yo casi nunca lo tuve", recuerda Joel. Fue justamente por su padre que no pudo jugar antes en la Selección de Bolivia, que es el país de su mamá Sara. La Verde ya lo había convocado para el Sudamericano de 2017 de Ecuador, pero era menor de edad y necesitaba una autorización especial de su padre, que estaba en situación de calle y nunca se presentó a firmar. Es por eso que su debut oficial con el equipo se concretó recién el viernes pasado ante Chile, cuatro días después de haber cumplido los 20.


Nacido en Buenos Aires en el ´99, sufrió en carne propia la crisis del 2001. "Llegué a revolver la basura para buscar comida, a dormir en el piso porque no tenía colchón", cuenta. Como tenía asma no podía hacer deportes, hasta que un día su padrino se ofreció a llevarlo al baby fútbol: "Con una condición -autorizó su madre-, si se enferma, no va más". Quedó. Dos años más tarde llegó a Boca tras acompañar a un amiguito a una prueba. Ahora, en su Facebook tiene publicada una foto de su primer Superclásico ganado. Los botines le quedan enormes, se los había prestado ese mismo amigo que lo había llevado a la prueba.


Con los años se convirtió en un lateral derecho aguerrido, lo suficiente como para que sus compañeros de la Cuarta División le digan el Pitbull. Y aunque el debut en la Primera del Xeneize no aparezca tan cercano, sobre todo por las pocas oportunidades que tienen los juveniles del club, ya hubo contactos de un equipo extranjero para llevárselo: The Strongest, uno de los grandes de Bolivia, que está clasificado para la Copa Libertadores 2019.


"Todo lo que me pasó de chico me hizo más fuerte, y lo que hizo mi papá me sirvió para saber qué es lo que no tengo que hacer y qué es lo que quiero para mi vida", dice Joel, quien el año pasado, después de una charla con el excoordinador Claudio Vivas, comenzó a colaborar como ayudante en las divisiones más chicas. Sus días se pasaron casi por completo en el club: entrenamiento a la mañana, después siesta y a la tarde trabajo. "Es como mi casa", asegura.


Suena curioso, pero el Xeneize tiene más jugadores en la Selección de Bolivia Sub 20 que en la de Argentina. En la Albiceleste solo quedó Manuel Roffo después de la lesión de Agustín Almendra y la venta de Leonardo Balerdi al Borussia Dortmund. En la Verde hay dos: Sebastián Melgar (sobrino del histórico Milton Melgar) y Joel Fernández, un pibe que sabe soñar en grande: "El primer objetivo es clasificar al Mundial, sabemos que si las cosas salen bien se nos van a abrir un montón de puertas".

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