12/09/2018

Finalmente se dio a conocer la sentencia en el juicio oral a Gonzalo Slámovitz, quien fue condenado a cinco años de prisión efectiva en una cárcel común pero en principio cumplirá la condena en su domicilio hasta que se informe desde la Unidad Penitenciaria de Loreto si está en condición de albergarlo en ese lugar teniendo en cuenta sus condiciones físicas.


Gonzalo Slamovits (34) está acusado por el delito de "doble homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor". En ese siniestro vial provocó hace tres años y medio, manejando alcoholizado (1,16 gramos de alcohol por litro de sangre) y a por lo menos 142 kilómetros por hora por la avenida Alicia Moreau de Justo (ex 213), la muerte de las amigas Yanina Claribel Galarza (20) y Gladys Mabel González (27), quienes fueron atropelladas cuando estaban a punto de subirse a un taxi para regresar a sus casas.


Slamovits deberá cumplir la condena en su domicilio de la ciudad de Posadas con custodia policial hasta tanto la unidad carcelaria informe si dispone de la estructura para albergar al condenado.


Gonzalo Germán Slámovits (34) chocó y mató a Yanina Galarza (20) y a Gladis González (27) manejando ebrio y a 142 kilómetros por hora por la avenida Alicia Moreau de Justo (ex ruta provincial 213) y calle Paraguay, en Posadas. Prácticamente las destrozó, dejando sin madre a seis chicos. Por esa acción imprudente y criminal, ocurrida el 7 de febrero de 2015, lo condenaron a cinco años de prisión. Cumplirá el castigo bajo la modalidad de arresto domiciliario por su estado de salud (quedó parapléjico tras el choque). Pero el Servicio Penitenciario Provincial deberá avisar cuando esté en condiciones de albergarlo y entonces la Justicia analizará si lo envía a un presidio.


La jueza Correccional y de Menores Uno, Marcela Leiva, lo encontró culpable del delito de “homicidio culposo agravado por la conducción imprudente”. Le aplicó el máximo de la pena.


La sentencia coincidió con el pedido que había hecho en su alegato Yolanda Mazal. La defensa, a cargo de Liliam Belloni, había solicitado dos años de prisión en suspenso.


En sus conclusiones, Mazal remarcó que Slámovits nunca había pedido disculpas. Y el imputado recogió el guante en sus últimas palabras antes del veredicto. “Como dijo la fiscal yo nunca pedí disculpas. Lo que pasa que desde el momento del accidente, desde que se destruyeron esas dos familias, la mía también se destruyó, mi vida también se destruyó. Yo dejé de caminar desde ese momento. Si bien yo nunca me acerqué, no fue porque no lo haya sentido, no lo hice porque mi propio estado de salud que no me permitía. Yo le decía a mi familia que por todo lo que pasó, debía haberme irme yo también, en vez de que quedarme así”, expresó.


“Si tenía trabajo hubiera podido ayudar a la familia con mi sueldo. Yo perdí todo. Nunca me dijeron porqué. Estuve internado en la clínica Vigo, pero como me sentía demasiado mal y veía que no tenía avances, decidí hacer mi recuperación en forma ambulatoria en mi casa. Yo nunca hubiera querido que pase esto nada de lo que pasó”, aseguró.


Amalia Ávalos, madre de Yanina y suegra de Gladis, también presenció todo el debate. Revivió de manera cruda todo lo que sucedió el día de la tragedia. “Con las disculpas, no vuelve mi hija, no vuelve mi nuera, no vuelve la madre de esas criaturas que tanto le necesitan”, dijo a Misiones Online.


Después del accidente, ella tuvo que hacerse cargo de su nieto (el hijo de Yanina) y contó que fue muy difícil ya que la situación económica en la que se encontraban no era la mejor. Por otro lado, los hijos de Gladis se quedaron sin casa, porque su madre era el sustento de la familia y sufrieron mucho más su perdida.


“No es a mí a la que tiene que pedirme disculpas sino a mis nietos, si bien yo soy grande y entiendo, a ellos no les va hacer entender que la mamá no va estar más”, comentó Gladys al recordar cómo sus nietos lloraban y pedían por su madre.


Los familiares de las víctimas también eran parte en la causa. Estaban representadas por la abogada Roxana Ramírez Moll, quien no asistió al juicio. La querella quedó desierta.


“Las familias fueron abandonadas por su representante. Eso es pasible de una sanción”, indicaron los informantes.


Allegados a Ramírez Moll indicaron horas después que en realidad ella no fue al debate porque las familias le revocó el poder para representarlas.


La mañana del 7 de febrero de 2015, Yanina y Gladis volvían a su casa del barrio San Isidro luego de salir de una bailanta de la avenida Quaranta. Ambas, que eran cuñadas y amigas, hablaban con el taxista Hugo Báez al que le consultaban el precio del viaje hasta su vecindario, cuando de improviso el VW Golf rojo del imputado se las llevó por delante arrancando incluso las dos puertas del lado derecho del taxi.


Más allá del pedido de disculpas, Slámovits nunca declaró nada del accidente en sí. No se sabe ni de dónde venía ebrio cuando sucedió todo. En su alegato, la defensora Belloni dijo que no había declarado “porque no se acordaba de nada”.


Condenado a 18 años por abuso sexual contra su hija


La víctima tenía ocho años cuando su papá comenzó a tocar sus partes íntimas y a los doce la accedió carnalmente. Toda su infancia transcurrió en ese infierno y los abusos se prolongaron hasta casi los 17, cuando la madre descubrió el horror y radicó la denuncia.


Este miércoles, a un año de ser detenido, Javier Ramón Lemos (44) fue condenado a 18 años de prisión por el Tribunal Penal Uno de Oberá que lo halló culpable de los delitos de abuso sexual simple reiterado y agravado por el vínculo, en concurso real, y abuso sexual con acceso carnal reiterado y agravado por el vínculo.


Condenado a 18 años por abuso sexual contra su hija


Los jueces Francisco Aguirre, Lilia Avendaño y José Pablo Rivero avalaron el pedido de la fiscal Estela Salguero, quien solicitó dicha pena por el vínculo y la prolongación del abuso en el tiempo.


Con buen criterio los magistrados no citaron a declarar a la joven -actualmente de 18 años-, con lo que evitaron su revictimización y que se enfrente cara a cara con su padre, a quien le teme, según el informe de profesionales que intervinieron en el caso.


Por ello, se tuvo en cuenta su declaración en Cámara Gesell durante la instrucción, donde salieron a la luz detalles aberrantes. Por la misma vía testificó su hermano menor.


En la víspera, el acusado insistió con su inocencia y aseguró que todo se trató de una mentira. 


Los abusos salieron a la luz cuando la madre revisó el celular de la chica. “Vos no sabés lo que me pasa a mí desde los ocho años”, le escribió a un amigo, con caritas llorando, lo que preocupó a la progenitora.


Al tratarse de un delito sin testigos presenciales, resultó clave el testimonio en Cámara Gesell. El llanto desconsolado de la jovencita durante dicha entrevista graficó su angustia. 


Andanada de prejuicios


El abogado Orlando Enrique Nass, defensor de Lemos, insistió con la inocencia de su cliente y comenzó diciendo que “Cámara Gesell es una prueba que hay que tomar con pinzas”.


En ese sentido, opinó que como el hermano de la víctima movía las manos “estaba mintiendo” y que el menor declaró presionado, al igual que su hermana, porque la denuncia contra su padre “fue un escape”. “Ella no es una persona honesta. Inventó todo para sacarse al padre de encima”, indicó.


Luego disparó una andanada de prejuicios sin base judicial contra la víctima y su madre.


En la réplica, la fiscal Salguero subrayó que Nass hizo una defensa en base a datos que no existen en el expediente. “Qué feo juzgar a una chica por cómo se viste. Entonces con ese criterio ninguna chica podría ir a la pileta en bikini. Muy poco profesional tratar de hacer valer eso como prueba. Dios mío, que nunca mi hija caiga en la boca del doctor Nass”, remarcó.


Se hizo justicia, dijo la madre de la víctima


“Lo que pasó nos abrió una herida enorme, fue un golpe muy duro. Pero gracias a Dios hoy se hizo justicia y podemos seguir adelante. El dolor va a estar siempre, pero se cerró una etapa y tenemos que seguir adelante”, comentó la progenitora de la víctima. Contó que actualmente vende comida para mantener a sus hijos y que no percibe ningún beneficio social, puesto que estando detenido su ex marido se negó a firmar los papeles para que pueda percibir la asignación por hijo. Un último daño a su familia.


 


Fuente: El Territorio - Misiones On Line

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