21/04/2018

Al Huracán de Trelew le faltó iniciativa ante el sudafricano Zolani Tete y no pudo arrebatarle la corona gallo de la OMB.


El chubutense Omar Narváez no pudo alcanzar la proeza de convertirse en el primer boxeador argentino en ganar tres campeonatos del mundo en sendas categorías, al perder por puntos en decisión unánime con el sudafricano Zolani Tete en una pelea por la corona Gallo de la OMB en Belfast, Irlanda del Norte.


La derrota sufrida por Omar Andrés Narváez ante el sudafricano Zolani Tete en la Arena de Belfast, por puntos en fallo unánime, no dio para promover emociones intensas: en todo caso, si algo transmitió, fue la pasmosa languidez y la apatía de quien iba por la noche más luminosa de su larga trayectoria.


Jamás estuvo en la pelea, Narváez, jamás, su presencia en el cuadrilátero fue meramente protocolar, un trámite administrativo sin fe, sin nido, ni amor, que invitó a la desdichada evocación de su pelea con el filipino Nonito Donaire, la de octubre de 2011 en el Madison Square Garden de Nueva York.


Pero entonces había dado prioridad a un buen puñado de dólares y pese a un cierto desencanto invitó a contemplar que, después de todo, un honesto trabajador de los rings tenía todo el derecho de protegerse y después hacer borrón y cuenta nueva.


Aquella, la pelea con Nonaire, medio que se la tropezó Narváez, pero la que acaba de perder en Belfast de forma abrumadora con el sudafricano Zolani Tete, once de doce rounds, tal vez todos (las tres tarjetas marcaron 120-108), la buscó el propio Narváez en el afán de inscribir su nombre en una página dorada entre las más doradas en la historia del boxeo argentino.


La recompensa era grande, muy grande (primer campeón mundial argentino de tres categorías, primero entre los gallos y primero a los 42 años), el chubutense lo sabía y así afrontó una preparación física tan a conciencia como la de toda su carrera.


Un profesional ejemplar, Narváez, y brillante en unos cuantos tramos, pero a la vez prisionero de baches emocionales que aun cuando puedan ser comprensibles desde el punto de vista humano no cancelan las desdorosas señales que dio en Belfast.


Perder, claro que podía perder, hasta el menos entendido en boxeo sabía que asistía al sudafricano un rosario de ventajas: edad, talla, alcance, potencia, presente y localía.


Pero, ¿perder así, en clave de rotundo y asombroso mentís a su enfática advertencia de que como el no arriesga no gana él estaba dispuesto a arriesgar todo en pos de la recompensa mayor?


Nada arriesgó Narváez, nada.


Y nada arriesgó, a la vista ha quedado, porque antepuso su instinto de preservación a la sed de gloria.


Salgamos rápido de la estrategia, de la táctica y de la crónica: los 36 minutos de pelea fueron un solo del corpulento Tete, un peleador ordenado, preciso, frío y seguro de sus fuerzas, que todo lo controló con la tácita aprobación de un Narváez ausente de cuerpo presente, de un Narváez vacío.


Mejor examinado el escenario, encontraremos que la principal víctima de Narváez ha sido Narváez mismo.


Fue un amateur brillante, fue un brillante profesional pese a la ausencia del par de nombres rutilantes evitados por sus manejadores cuando estaba en la cresta de la ola y en muy buena posición de vencer a los mejores moscas del planeta, los mejores mexicanos, los mejores japoneses, coreanos, sigan firmas.


Fue todo eso, Narváez, amén de doble campeón del mundo, mosca y supermosca y dueño, como mínimo, de un lugar entre los quince mejores campeones del mundo nacidos en la Argentina.


Dicho esto, es oportuno reponer que así en la vida en general como en el boxeo en particular, los grandes trazos de un hombre se definen tanto por lo que ha sido cuanto por lo que no ha sido.


Y Narváez no ha sido ni al parecer será campeón mundial gallo y tampoco será el que perseveró por una chance más y llegada la hora de ir por la epopeya no se dio por vencido ni aun vencido, se debatió como un guerrero, dio la talla, inspiró aplausos, reconocimiento.


Fue tan buen boxeador, Narváez, tan bueno, que hasta había logrado convencernos de que se tutearía con la gloria.


Nada más lejos: en Belfast, a la gloria Narváez la trató de usted y en tono de susurro, de una punta del ring a la otra.


Qué desencanto más hondo.


"Quizá llegue a la Argentina y quiera seguir"


Narváez, que perdió por puntos por el gallo OMB, no dijo que se retira, si bien tampoco confirmó que, a los 42 años, continuará peleando.


Omar Narváez dejaba el control antidoping en el Arena de Belfast tras perder por puntos y sin atenuantes ante el sudafricano Zolani Tete por OMB de la categoría gallo, a la cual subió tras reinar en súper mosca y mosca. Durante los 12 asaltos mostró un boxeo deslucido. Y le explicó por qué a TyC Sports.


"Fue una pelea complicada. De entrada la idea era moverlo, hacerlo entrar en nuestro juego, pero de a ratos se hacía peligroso con la izquierda, sacaba manos durísimas. Yo siempre me caractericé por hacer un boxeo inteligente, a los 42 años no iba a cerrar los ojos y salir a revolear", dijo el Huracán, 16 centímetros más bajo que el campeón, lo cual fue determinante.


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El chubutense aceptó la derrota: "No tengo excusas, me arriesgué a pelear en una categoría más grande y me ganó. Ofrezco disculpas a la gente".


¿Se retira después de este combate? Con el ojo derecho en compota, respondió: "Yo estoy intacto. Me sentí bien. Quizá llegue a la Argentina y quiera seguir, incluso bajar a súper mosca. Ahora quiero ver a mi familia y estar tranquilo".


Cuellar no pudo con Davis


Gervonta Davis terminó con el sueño de Jesús Cuellar y lo noqueó en el tercer round. El argentino demostró guapeza, pero el campeón fue más.


 Gervonta Davis punches Argentinas Jesus Cuellar, right, during the third round of a WBA super featherweight championship boxing bout Saturday, April 21, 2018, in New York. Davis stopped Cuellar in the third round. (AP Photo/Frank Franklin II)


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https://youtu.be/kbJ296ohjMI


No hubo equivalencias. Las imágenes dirán que a Jesús Cuellar no se le puede reprochar nada. Salió a buscarlo como debía, pero se encontró con un Gervonta Davis más entero, mejor plantado y con mejores golpes a la hora de definir la cuestión. El argentino cayó por nocaut en el tercer round y no pudo conquistar el título pluma de la AMB.


El Forastero sufrió las manos de su rival desde el comienzo de la pelea. Primero cayó en el segundo asalto por una derecha bien conectada al hígado, y pese a levantarse, jamás pudo recuperarse. Se lo vio tirando bastante más en el arranque del tercero, pero Davis aprovechó y terminó con la historia.


El campeón lo tiró dos veces. La primera fue con varios golpes seguidos que el argentino no aguantó y luego, a través de otro huracán de piñas contra las cuerdas que obligó al árbitro a terminar la contienda. Cuellar con esta derrota tiene un récord de 28-3, 21KO. Davis continúa invicto en 20 combates.


En la misma velada, el superliviano santafesino Fabián TNT Maidana, hermano del “Chino” Marcos, extendió su invicto a 16 triunfos (11 KO), al vencer por la vía rápida a Justin Savi, de Benin, en el tercer asalto.


 


Fuente: Télam - Olé

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