27/06/2017

Unos 22 exalumnos reconocieron haber sufrido abusos por parte de los sacerdotes de la institución. En las aulas del colegio se formaron conocidos políticos argentinos, entre ellos el presidente Mauricio Macri.


Al menos 22 exalumnos del Colegio Cardenal Newman, ubicado en la provincia de Buenos Aires, reconocieron haber sufrido abusos por parte de los sacerdotes de la institución, según una de las víctimas, y el caso ya originó una investigación de la Policía de Irlanda, donde funciona la sede central de la congregación "Christian Brothers", que está a cargo de la escuela.


Esta semana, la Oficina de Servicios de Protección de la Guardia Cívica (Gnpsb, por su sigla en inglés) le envió un mail a Rufino Varela, el único exalumno que hasta ahora contó públicamente los abusos que sufrió en el colegio. En ese correo, un agente le adelanta que la oficina de minoridad (Tusla), abrió una investigación para conocer la responsabilidad de los Christian Brothers tanto en los abusos como en el encubrimiento por parte de la escuela.


?Ubicado en San Isidro, el Newman es uno de los pocos colegios que sigue siendo sólo para varones. Por sus aulas pasaron varias figuras del Gabinete nacional (Luis Caputo, Jorge Triaca, Alfonso Prat Gay), y el presidente Mauricio Macri.


Según pudo saber Télam, los abusos ocurrieron hace más de 40 años, y las víctimas tienen hoy entre 50 y 60 años. De todos ellos, el único que los hizo públicos fue Varela, de 52 años, quien en diciembre del año pasado en un reportaje con el diario La Nación denunció que fue víctima de un abuso cometido por Finnlugh Mac Conastair, un capellán irlandés al que todos llamaban "padre Alfredo".


El pasado 10 de abril, en una carta pública, el hermano Hugo Cáceres, superior regional de la congregación de los Christian Brothers de América Latina, pidió perdón a “todas las víctimas” del colegio, dando por hecho que Varela no había sido el único.


Para entonces, el Newman, uno de los colegios más exclusivos de la Argentina, era una olla a presión dividida entre quienes apoyaban a Varela y los que le reprochaban haber lavado los trapos sucios fuera de casa.


El 14 de marzo pasado, Varela había decidido reencontrarse después de 40 años con muchos de sus excompañeros y se sumó a un asado en una parroquia de Virreyes. Creía que el llamado del papa Francisco para pedirle perdón en nombre de la Iglesia podía haber calmado los ánimos entre sus excompañeros.


Pero haberse convertido en una de las pocas víctimas de abuso sexual en recibir un llamado del mismísimo Papa no hizo más que profundizar las divisiones. Varela escuchó primero recriminaciones, pero poco a poco otros se animaron a contar lo que les había pasado y así supo que la lista era extensa.


De su camada suman al menos 11 los casos de abuso, y en todo el colegio ya se contabilizan 22, según los datos que maneja Varela. En el mail que Varela recibió la semana pasada, la Policía de Irlanda le pide que "acerque el contacto de otras víctimas y también de los abusadores que podrían seguir vivos".


Poco tiempo después de que se conociera la carta del titular de los Christian Brothers, otro grupo de exalumnos envió un correo al colegio exigiendo explicaciones. Entre otras cosas, pedían crear una comisión para investigar los abusos y “repudiar la falta de denuncia pública por parte del Colegio Newman sobre el ilícito ocurrido décadas atrás”. La carta lleva la firma de muchos exalumnos de familias con varias generaciones educadas en la institución.


Hasta ahora, el colegio se limitó a ofrecer disculpas públicas y sólo lo hizo después de que Varela decidiera contar lo que le había ocurrido.


Varela contó a Télam que a lo largo de 2016 se reunió en cuatro oportunidades con Alberto Olivero, director del Newman, y una vez con el sacerdote John Burke, exrector del colegio cuando ocurrieron los abusos denunciados. Todas las veces reclamó lo mismo: un pedido público de perdón.


La intervención de la Policía de Irlanda abre un nuevo capítulo centrado esta vez en John "Brother" Burke, quien actualmente vive en ese país y estuvo a cargo del colegio durante 18 años.


Los Christian Brothers abrieron su primera escuela en 1802 en Dublin, y desde entonces llegaron a abrir unos 200 establecimientos en todo el mundo. Sin embargo, los casos de pedofilia llevaron a una crisis a la congregación: al menos 400 sacerdotes en Irlanda y otros 280 en Australia fueron condenados por abuso sexual de menores en dos de los mayores casos conocidos hasta ahora.


Aunque desde hace varios años el Newman está a cargo de un laico, la congregación sigue manejando los principios del colegio, y en octubre del año pasado Burke viajó especialmente para la cena anual de camaradería.


CABA: por robar 30 pesos, tendrá que purgar 7 años de cárcel


Un joven con antecedentes penales fue condenado en un juicio abreviado a una pena de tres años de cárcel de cumplimiento efectivo por haber robado 30 pesos a un pasajero de un tren, en 2013, informaron fuentes judiciales. Se le suman otros cuatro de una pena anterior.


La pena que le dictó el Tribunal en lo Criminal Uno (TOC1) se unificó con otra también por robo del 2015, por lo que el acusado, identificado por las fuentes como Jonathan Matías Garro (27), deberá pasar siete años y cuatro meses de cárcel.


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Según se estableció en el juicio abreviado, el hombre, luego de sustraerle el dinero a un pasajero del tren, intentó venderle un teléfono celular usado, que la víctima rechazó por desinterés y porque ya no tenía dinero ya que se lo acababa de robar.


El hecho que originó la causa se registró la mañana del 24 de mayo de 2013 en el interior una formación del ferrocarril Belgrano Norte, cuando el tren se desplaza entre las estaciones Aristóbulo del Valle y Scalabrini Ortiz, en la Capital Federal.


Garro, junto a otros dos cómplices, sorprendió a un pasajero a quien asaltó: “Dame la plata, porque recién salí de estar en cana y necesito armarme, aparte tengo una 32 en la cintura, si querés te la muestro”.


La víctima le entregó entonces un billete de 20 pesos, pero como Garro se mostró insatisfecho, debió agregar otro de 10, pero según constancias de la causa rehusó comprarle a su agresor “un teléfono celular marca Nokia, con tapa, color negro y plateado, que estaba “sin batería” y “en malas condiciones”.


Cuando el tren llegó a la terminal de Retiro, el damnificado dio aviso a la policía, que detuvo al trío y secuestro el dinero robado y el teléfono.


En el “juicio abreviado” ante el Tribunal Oral en lo Criminal Uno (TOC 1), Garro admitió haber cometido el robo y fue condenado a tres años de prisión de cumplimiento efectivo, teniendo en cuenta el agravante de haberlo perpetrado “en poblado y en banda”.


Pero como tenía condenas anteriores por robo, la última impuesta el 16 de julio de 2015 por un tribunal de San Isidro, se le unificó la condena en siete años y cuatro meses de cárcel.


Debido al “mal estado de conservación” y “escaso valor económico”, el TOC 1 decidió devolverle a Garro el teléfono celular, pero lo intimó a que en cinco días acredite ser el dueño del aparato, “bajo apercibimiento de proceder a su destrucción”.
 

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